jueves, 18 de diciembre de 2008


Cada vez que veo la llluvia caer
por los cristales de mi ventana.
Cada vez que siento elevarse mis pies
mientras me dejo caer en la cama.
Cada una de las gotas de agua
que se deslizan por mi garganta.
Cada hoja que cae en otoño,
cada herida que sana.
Cada flor que se marchita,
cada reflejo del cielo en el agua
Cada uno de los atardeceres,
que con su brillo naranja,
poco a poco se mueren,
dejando paso a la noche
que me traera la calma;
y si lo permite la suerte,
el mañana.
Cada vez que me miras
con esos ojos verdes,
cada vez que me hablas;
cada vez que sonries
y no dices nada.
Cada vez que te miro
sueño que estas en mi cama.
Despertarme a tu lado,
sentir que me amas.
Rozar tu piel de terciopelo,
besar tu cara, tu cuello,
tus labios, tu alma.
Saber que estando a tu lado
nada importa ya nada,
porque cada vez que me sonríes
me invade la calma.

domingo, 7 de diciembre de 2008

El día en el que me hice adulto


Allí estábamos, aquella tarde lluviosa de Domingo, en aquella estación de autobús, rodeados de estudiantes que se despedían de sus familias, ajenos q lo que nosotros estábamos apunto de vivir. Ella decía que no era mi culpa, que no era yo sino ella, que no me merecía. –Algún día encontrarás a alguien- Decía. –Que te quiera como te mereces-. Hablaba y hablaba, tratando de consolarme, pero era incapaz, pues en aquel momento no habría nada en el mundo capaz de calmar mi llanto, porque yo solo quería oír lo único que ella jamás me diría, y por mas que gritaba, lloraba y gemía, no lo conseguía. Allí estábamos, una pareja aparentemente normal, justo antes que ella me destrozara la vida, de que aquél autobús la arrancara de mí para siempre; pues aunque solo fuera a recorrer unos pocos kilómetros que podía contar con los dedos de mi mano, por mucho que me costase admitirlo, en el fondo sabía que aquello era el fin. Cuando se hubo marchado, y después de llorar incansablemente durante varios minutos, en los cuales tan solo pude desear la muerte, me calmé. Toda esa gente que me miraba impactada, sin atreverse a decirme ni una sola palabra, se extrañó al ver como me secaba las lágrimas con la manga del jersey, y luego sonreía tímidamente. Pues me había dado cuenta que aquel doloroso final no era más que el principio de otro camino, y que no podía mirar atrás, y es que la vida es simplemente eso.

viernes, 5 de diciembre de 2008

La tierra prometida


Acababa de anochecer, mientras yo caminiaba por aquel poético paseo junto al mar. Personas anónimas iban i venían a mi alrededor y, mientras, yo seguía inmerso en mi propio mundo interior. De pronto llegué al final de aquel precioso paseo, pero no tardé en darme cuenta, que no me hallaba sino en el principio del siguente. Esta vez me tocaba atravesar la ciudad. De noche, lloviendo, y tan solo abrigado con mi chaqueta de cuero negro, caminaba y caminaba sin darme siquiera cuenta del tiempo que ya llevaba andando sin parar. Anonadado con tanta luz, y sorprendido por aquel ambiente extrañamente navideño de finales de octubre, seguía y seguía caminando sin rumbo alguno, respirando tan característico aire proviniente de aquella mar llena de magia. Mis ojos se movían ávidos, en busca de gentes a las que nunca conocería, de vidas ajenas, personas con las que no entablaría mas relación que una escueta mirada, tal vez por eso tan transcendental, quizás era por lo efímero, que aquellas gentes me infundían una extraña sensación de calidez; y es que no podía encontrarme sino en Gijón.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Sé paciente...


A veces creemos que todo ha terminado, sentimos la necesidad de irnos, dejar a todos y a todo cuanto nos rodea, simplemente desaparecer, que nuestro efímero cuerpo se funda en miles de pequeños trocitos de nuestra propia esencia. A veces tememos a lo que realmente queremos. Por qué sufrir, por qué llorar, si ya no merece la pena. ¿Acaso alguien sería capaz de darme un motivo para continuar? ¿Un solo motivo para seguir con este sufrimiento? Quizás alguien de los que me diría que estoy loco, que no debo, ¿alguno de ellos se preocupa realmente por mi? ¿Por lo que realmente quiero? ¿O no son, sino más egoístas que lo único que quieren es no sufrir ellos mismos, que les importa una mierda lo que yo desee? Tal vez creen que se me ha ocurrido ahora mismo, que no llevo años pensándolo.
Sé que debo, que lo necesito más que a nada en este mundo, pero he de confesarme cobarde, pues no soy capaz. Resignado, solo me queda repetirme a mi mismo una y otra vez: Sé paciente…

martes, 2 de diciembre de 2008

Mi amor por qué gritas, por qué lloras, por qué suspiras,
por que yo te hablo y ni siquiera me miras.
Por qué estás triste,
por qué sufres mi vida