En un mundo
hambiento, en un mundo oscuro, allí estabas tu, muerto de miedo y
sin lugar a decidir tu destino; sin motivación, sin alma, sin ganas
de empezar. Muertos los hábitos de seguir solucionando problemas sin
solución, de llenar vacíos interminables, profundos y y podridos de
valores inciertos que no son ni siquiera tuyos, que ni siquiera han
salido de tu alma. Te temblaban las manos de miedo, te palpitaba el
corazón y se te caían las lágrimas a ratos sí, y a ratos también.
Te dolían los puños de rompértelos contra cualquier pared, te
escocían los antebrazos de rajártelos con el primer cuchillo de
mierda que encontrabas, te ardía el alma y te ibas muriendo por
dentro de soledad. Llorabas, sufrías y te ibas rompiendo en pequeños
trocitos, trocitos de ti, trocitos que pagaban el peaje por respirar,
el peaje por ese aire tóxico que no hinchaba tus pulmones. No te
dabas cuenta de lo mas importante, que todo esto tenía una fecha de
caducidad, a veces lejana, a veces a varios años vista, pero que
llegaría, llegará, si coño, llegará, y mucho antes de lo que
puedas pensar.
Coge tus
pertenencias y elige tres, ponlas en una cajita y escribe encima la
palabra “sagrado”, y mete con ellas tus principios, nadie podrá
tocar eso jamás. Nunca. Nadie. Júratelo por cada persona que te
regaló cada una de esas cosas que has metido en esa cajita. Tu sabes
quienes son. Tu sabes por que lo digo. Tu sabes que esas cosas no
solo son cosas. Ahora coge todo lo demás y haz una hoguera con ello.
Quémalo. Todo. Absolutamente todo. Quema toda la mierda que tienes
fuera, y toda la mierda que tienes dentro, hasta la puta ropa que
tienes puesta. Todo. Aféitate la cabeza y quema tu pelo también si
es necesario.
Busca un río o un
lago o el mar, da igual, cualquiera que tengas cerca, solo tiene que
estar el agua helada. Quítate la ropa y métete dentro, desnudo, sin
nada. Muérete de frío. ¿Sabes por qué te mueres de frío? Porque
estás caliente por dentro. Porque estas vivo. Sal, corre para
secarte, grita, toca una canción con la guitarra desnudo, haz el
pino, coge unos folios y escribe las primeras frases de tu libro,
hazte una foto desnudo mirando el atardecer con una rosa en la mano,
mira a los ojos a la persona que te gusta y dile: - Me gustas. Mucho.
Tanto que quiero que hagamos el amor hasta que nos desgastemos. No
importa donde. No importa cuanto. No importa que grites o que me
arañes. Solo que no dejes de besarme todo el rato.-
No importa que
aciertes o te equivoques. No importa cuanto dinero ganes. No importa
cuanto folles. No importa cuanto miedo tengas, o cuanto hayas
sufrido. No importa cuanto hayas llorado o cuantas veces te hayan
roto. Ni siquiera importa que te vuelvan a romper. No importa si
tienes fuego, o si tienes pasión. No tienes nada. Nada. Tienes sitio
para ellos. Pronto llenarán tu espacio. Créeme. No lo sé. No te lo
puedo asegurar. Nadie puede. Ni siquiera tu. Solo es así, y lo
sabes. Ahora lo sabes.
Imagínate que
tienes un cachorrito recién nacido, un gato, un perro, un conejo
como yo, o un ternero, da igual. Tienes que cuidarle. Tienes que
darle de comer, sacarle de paseo. Tienes que mimarlo y darle tiempo,
tu tiempo. Tienes que jugar con él, divertirte con él, enseñarle
cosas, dejar que te muerda un poco de vez en cuando. ¿Lo ves? A que
si. Por si no lo sabes estoy hablando de tu alma, aunque suene cursi,
soy cursi, pero a mi también me da igual. Cúidala. Dale de comer un
buen libro, un buen cuadro o una buena canción, sácala de paseo a
correr por la playa. Mímala, dale tiempo, tu tiempo. Juega con ella,
diviértete con ella, enséñale a entenderte, aprende a entenderla y
deja que te muerda un poco de vez en cuando. Cúidala como si fuera
lo único que tienes porque, querido amigo, lo es.