lunes, 12 de octubre de 2015

Sjel. Anima.

En un mundo hambiento, en un mundo oscuro, allí estabas tu, muerto de miedo y sin lugar a decidir tu destino; sin motivación, sin alma, sin ganas de empezar. Muertos los hábitos de seguir solucionando problemas sin solución, de llenar vacíos interminables, profundos y y podridos de valores inciertos que no son ni siquiera tuyos, que ni siquiera han salido de tu alma. Te temblaban las manos de miedo, te palpitaba el corazón y se te caían las lágrimas a ratos sí, y a ratos también. Te dolían los puños de rompértelos contra cualquier pared, te escocían los antebrazos de rajártelos con el primer cuchillo de mierda que encontrabas, te ardía el alma y te ibas muriendo por dentro de soledad. Llorabas, sufrías y te ibas rompiendo en pequeños trocitos, trocitos de ti, trocitos que pagaban el peaje por respirar, el peaje por ese aire tóxico que no hinchaba tus pulmones. No te dabas cuenta de lo mas importante, que todo esto tenía una fecha de caducidad, a veces lejana, a veces a varios años vista, pero que llegaría, llegará, si coño, llegará, y mucho antes de lo que puedas pensar.
Coge tus pertenencias y elige tres, ponlas en una cajita y escribe encima la palabra “sagrado”, y mete con ellas tus principios, nadie podrá tocar eso jamás. Nunca. Nadie. Júratelo por cada persona que te regaló cada una de esas cosas que has metido en esa cajita. Tu sabes quienes son. Tu sabes por que lo digo. Tu sabes que esas cosas no solo son cosas. Ahora coge todo lo demás y haz una hoguera con ello. Quémalo. Todo. Absolutamente todo. Quema toda la mierda que tienes fuera, y toda la mierda que tienes dentro, hasta la puta ropa que tienes puesta. Todo. Aféitate la cabeza y quema tu pelo también si es necesario.
Busca un río o un lago o el mar, da igual, cualquiera que tengas cerca, solo tiene que estar el agua helada. Quítate la ropa y métete dentro, desnudo, sin nada. Muérete de frío. ¿Sabes por qué te mueres de frío? Porque estás caliente por dentro. Porque estas vivo. Sal, corre para secarte, grita, toca una canción con la guitarra desnudo, haz el pino, coge unos folios y escribe las primeras frases de tu libro, hazte una foto desnudo mirando el atardecer con una rosa en la mano, mira a los ojos a la persona que te gusta y dile: - Me gustas. Mucho. Tanto que quiero que hagamos el amor hasta que nos desgastemos. No importa donde. No importa cuanto. No importa que grites o que me arañes. Solo que no dejes de besarme todo el rato.-
No importa que aciertes o te equivoques. No importa cuanto dinero ganes. No importa cuanto folles. No importa cuanto miedo tengas, o cuanto hayas sufrido. No importa cuanto hayas llorado o cuantas veces te hayan roto. Ni siquiera importa que te vuelvan a romper. No importa si tienes fuego, o si tienes pasión. No tienes nada. Nada. Tienes sitio para ellos. Pronto llenarán tu espacio. Créeme. No lo sé. No te lo puedo asegurar. Nadie puede. Ni siquiera tu. Solo es así, y lo sabes. Ahora lo sabes.

Imagínate que tienes un cachorrito recién nacido, un gato, un perro, un conejo como yo, o un ternero, da igual. Tienes que cuidarle. Tienes que darle de comer, sacarle de paseo. Tienes que mimarlo y darle tiempo, tu tiempo. Tienes que jugar con él, divertirte con él, enseñarle cosas, dejar que te muerda un poco de vez en cuando. ¿Lo ves? A que si. Por si no lo sabes estoy hablando de tu alma, aunque suene cursi, soy cursi, pero a mi también me da igual. Cúidala. Dale de comer un buen libro, un buen cuadro o una buena canción, sácala de paseo a correr por la playa. Mímala, dale tiempo, tu tiempo. Juega con ella, diviértete con ella, enséñale a entenderte, aprende a entenderla y deja que te muerda un poco de vez en cuando. Cúidala como si fuera lo único que tienes porque, querido amigo, lo es.  

domingo, 14 de septiembre de 2014

El último día de mi vida



Aquel dia me había levantado de un salto, con energía y poniéndole una sonrisa al jodido día que me esperaba. Cogí mi coche y, como siempre, me fuí a trabajar, dispuesto a demostrar mi gran profesionalidad en aquella fábrica de quesos, aunque a nadie le importara. Nueve horas, tal vez diez, hasta que realmente podía comenzar mi día, a eso de las siete de la tarde. Entonces un par de horas de gimnasio, llegar a casa y estudiar inglés, francés y chino mandarín. Una corta conversación con mi compañera de piso sobre su master en administración de empresas, el mejor momento del día. Me gustaba, mucho, pero las circunstancias no eran las adecuadas. Yo no era para ella. Al llegar a casa ya no tenía ganas de ser un macho alfa, solo de hablar. Ya no tenía fuerzas para seducirla. ¿Era feliz? Y qué si lo era, a nadie le importaba. Había pasado años sufriendo para llegar a ese punto, años tan absurdos que no merece la pena ni relatar, pero alli estaba yo, con treinta años y compartiendo piso, dando las gracias por tener un trabajo de mierda, mal pagado y que ni siquiera me gustaba, y poniendo una sonrisa a mis días. Aunque a veces también los tenía malos. ¿Por qué todo me cuesta tanto? Me decía yo. Tenía pequeños logros, es cierto, pero para conseguirlos tenia que ir arrancando pequeños trozos de mi. Salía y me emborrachaba para olvidar la mierda de vida que tenía, y que en el fondo lo sabía. Llegaba a casa ciego, con la americana mojada de posarla en cualquier lado, y con la camiseta blanca sudada, que ya no se ceñía a mi cuerpo fibrado que tanto trabajo me costaba. ¿Dónde había dejado la ilusión de pensar que aquella noche me iba a comer el mundo? Llegaba a casa triste y decepcionado por no haber echado un triste polvo que me alegrara un poco la semana. Domingo de colada, capítulo de alguna serie vomitada por el laptop de algún neoyorquino y vuelta a empezar. -Tienes que ponerle una sonrisa a la vida, aunque las cosas te salgan mal- Decía mi compañera de piso, la del master, la que se dedicaba a aprovecharse de los tíos que solo querían follarsela mientras se pulía cientos de euros de sus padres. No te jode. Una sonrisa decía. Y una mierda! Llevaba treinta jodidos años poniendole una sonrisa a la vida, y cada vez me iba peor. “El secreto” y otras bazofias del estilo me comían la cabeza. No era lo suficientemente bueno para el éxito. Hablaba varios idiomas, estaba cuadrado, pelo perfectamente peinado y barba perfectamente recortada. Una bonita sonrisa que aún estaba pagando a plazos. Tenía un sueño, y me desvivía por cumplirlo. Me llevaba desviviendo un cuarto de siglo. Tenía personalidad. Rasgos de carácter. Tenía buenas habilidades sociales. Todos se partían conmigo. Pero estaba solo. Solo en aquel agujero infernal en el que se había convertido mi vida. Mi exnovia, casada, con un niño. Mi madre, enferma y a cientos de kilómetros. Mis amigos, cada uno en una punta del mundo. Currículums, cartas de recomendación y cuatro jodidos idiomas, pero nada, nadie me llamaba, nadie me daba la jodida oportunidad que necesitaba para salir de este agujero infernal que me españa jodiendo la vida. Cerraba los ojos, y hacía oídos sordos a la televisión, pero aún así tenía que enterarme de las triquiñuelas de políticos corruptos por boca de algún compañero de trabajo, y yo con mi sonrisa. No podía parar de sonreír, sino todo habría acabado. Un coach, un psicólogo, quizás álguien pudiese ayudarme, pero todo había que pagarlo, hasta la salud. Otra semána más. Otro sábado en la terraza de la discoteca, con mi mejor sonrisa, bailando, con las mismas ganas de echar un polvo. Otra vuelta a casa, otra vez con la americana llena de mierda y la camiseta de todo menos blanca. Una pandilla de gentuza con ganas de divertirse, una cadena y varios puños americanos. Sabía defensa personal, había practicado full contact, y pesaba noventa kilos de puro músculo. Un jodido experto en artes marciales, y ni siquiera me defendí. La cara en la acera, la ceja abierta y un ojo por el que no volvería a ver en la vida. Acariciado por cadenas, bates y botas martens. Sabía que había llegado el momento. Posición fetal, encogido y con los ojos cerrados. Dejaría este mundo de la misma manera que había llegado a el: Sucio, lleno de sangre y llorando. Un bate hacie la sien. Un golpe certero. Todos los músculos de mi cuerpo se destensaron, todo acabó. Yacía tumbado boca arriba en aquella céntrica calle vacía a las cinco de la mañana, lloviendo a mares, con las piernas separadas, los brazos en cruz, la americana sucia y mi camiseta de todo menos blanca, pero con la mejor sonrisa de mi vida.

sábado, 30 de agosto de 2014

Treinta deseos


Treinta años, treinta besos, treinta deseos que no se cumplieron.

Treinta libros, treinta discos, treinta heridas que alguna vez dolieron.

Treinta amigos, treinta abrazos,

treinta días en los confines del universo.

Treinta soles, treinta lunas y treinta manos que me acarician mientras duermo.

Treinta niños, treinta hombres, treinta vidas,

treinta almas, treinta viejos.

Treinta años, treinta sueños.

jueves, 24 de julio de 2014

De usar y tirar


Quieres vivir, ser libre, luchar por tus sueños sin importarte nada mas. Es fácil 

decirlo pero, ¿te has parado a pensar en las personas que dejas tiradas en el 

camino? Todos queremos vivir, ser libres y luchar por nuestros sueños, eso no 

te hace especial si es lo que buscabas. Que fácil es decirle a álguien que le 

quieres, cuando le necesitas. Que facil es recibir la energía de otra persona 

cuando estas sin fuerzas, pero cuando hay que dar, claro, la cosa cambia. Que 

facil es llorar y que facil es secarte las lágrimas con la ropa de otro, para luego 

abandonarlo también. Que fácil es agrumentar tu egoísmo con palabras como 

libertad, sueños, honestidad, palabras que se te llena la boca al decir, pero que 

al mismo tiempo no significan nada. Que fácil es poner frases imponentes en el 

facebook para que tu colección de amigos te digan lo guay que eres. Que fácil 

es contarle tu vida a un desconocido como si fuera tu hermano, y que fácil es no 

volver a llamarlo jamás. Que fácil es jugar con los sentimientos y creencias mas 

profundos de la gente y luego abandonarlos como si fuesen basura. Es precioso 

luchar por tus sueños, pero es muy triste pensar que no tienes a nadie que te 

acompañe en el camino, ni tendrás a nadie que te espere al final. Es muy triste 

ver que la gente esta tan desencantada con la vida desde tan jóven que no es 

capaz de mover un dedo por nadie. Es triste pensar que la persona con la que 

haces planes de futuro sería capaz de dejarte por un trabajo de kitchen porter 

en Londres. Y lo mas triste es que se justifique hablando de sueños. ¿En que 

momento hemos llegado a este mundo en el que vivimos en el que la gente se ríe 

de ti por ser fiel a tu pareja, en el que cada uno va por la vida sin importarle en 

absoluto los demas, en el que todos somos y seremos en algún momento 

personas de usar y tirar?

viernes, 4 de julio de 2014

The way home






When you think that you are lost
no places to go
When you need somebody
but you can't ask and you won't
When you make the same mistakes
again and again
doesn't even matter whether you're right or wrong
When you're rotten inside
When you want to go home
When you ask yourself
What I've let myself in for
What the hell have I done
When you've wasted your time
and now the years have gone
When you jumped into the void
and you've not even flown
When you're feeling so old
When you're wanted to leave
and you even more so
Now you can't believe anymore
Now it's been long enough
You shall find rest four your soul
You shall find your way home

domingo, 2 de febrero de 2014

2013 + 1


Soledad, desolación, meses horribles y meses peores. Triste.
Depresión, lorazepam, empezar a fumar a estas alturas.
Máquinas de pan, 60 horas semanales, una locura.
Un bonito verano en Alcalá, y vuelta otra vez.
Coche nuevo (de 1000 euros), el tercero ya.
Otoño desalentador, un largo viaje, bueno, dos.
Recuerdos del 2003 que me hunden, personas que ya no están, personas muy queridas, demasiadas para aquel año, y para cualquiera. Demasiados recuerdos, demasiados sentimientos.
Creí que no se acababa este jodido año, pero menos mal, por fin, y sigo aquí.
Casi me como veinticuatro uvas, para ver si así...
2003, 2013, ya puedo tener cuidado para el 2023.

domingo, 14 de julio de 2013

Alcalá

A veces resulta dificil adaptarse a una nueva vida, a un nuevo lugar. Cuando llegas a un sitio como este y no conoces a nadie, buscas una habitación para alquilar, e intentas asentarte y acostumbrarte a tu nuevo trabajo, echas de menos a tu familia y a tus amigos. Poco a poco las cosas van saliendo, la casa en la que solo érais tres poco a poco va adquiriendo su condición de hogar, conoces a gente que te apoya y que te ayuda, te pasan cosas raras, buenas y malas, y cuando quieres darte cuenta ya estás inmerso en una ciudad en la que nunca jamás te creerías capaz de vivir. De repente te roban el coche, te despiden, y todo te sale al revés, pero a ti te da igual, te lo tomas con calma y decides que no es momento de estresarse. Quieres irte a casa pero solo de visita. Sabes que esto es pasajero pero es aquí donde quieres estar ahora mismo, con tu paseo por el centro, y tu helado nocturno en la plaza Cervantes, viendo pasar la gente, mientras descansas los pies después de recorrerte varias veces la calle Mayor