domingo, 14 de julio de 2013

Alcalá

A veces resulta dificil adaptarse a una nueva vida, a un nuevo lugar. Cuando llegas a un sitio como este y no conoces a nadie, buscas una habitación para alquilar, e intentas asentarte y acostumbrarte a tu nuevo trabajo, echas de menos a tu familia y a tus amigos. Poco a poco las cosas van saliendo, la casa en la que solo érais tres poco a poco va adquiriendo su condición de hogar, conoces a gente que te apoya y que te ayuda, te pasan cosas raras, buenas y malas, y cuando quieres darte cuenta ya estás inmerso en una ciudad en la que nunca jamás te creerías capaz de vivir. De repente te roban el coche, te despiden, y todo te sale al revés, pero a ti te da igual, te lo tomas con calma y decides que no es momento de estresarse. Quieres irte a casa pero solo de visita. Sabes que esto es pasajero pero es aquí donde quieres estar ahora mismo, con tu paseo por el centro, y tu helado nocturno en la plaza Cervantes, viendo pasar la gente, mientras descansas los pies después de recorrerte varias veces la calle Mayor

sábado, 4 de mayo de 2013

A los que nos están jodiendo la vida

Gracias por enseñarme a defraudar a hacienda, a trabajar estando en el paro y cobrar en B. Gracias por enseñarme a no creer en las personas, y ni siquiera en mi mismo. Gracias por enseñarme a conformarme con lo que tengo, o peor aún, a desear una mierda de coche de veinte mil euros, o un pisucho de sesenta metros en propiedad. Gracias por enseñarme que no se puede luchar contra el sistema, que hay que ir a lo tuyo, cabizbajo y en silencio. Gracias por enseñarme que soy mejor persona si no me defiendo cuando me atacan (porque eso sería rebajarse a su nivel, me decíais). Gracias por un trabajo de mierda tras otro, y ahora el paro. Gracias por tener que pagar un euro por las recetas. Gracias por derrotar a Franco, porque por eso existe una fundación con su nombre que recibe fondos del estado, porque le derrotásteis. Luchado. Desde el sofa de casa. Dejándole morir entre glorias y enterrándolo en un monumento que aún hoy en día es un insulto a los españoles. Gracias por fardar de que cobrábais mas de dos mil euros al mes alicatando paredes cuando yo cobraba novecientos jugándomela en una puta central térmica. Gracias por creeros que érais ricos y fundiros la herencia de nuestros abuelos. Toda. Gracias por creeros mejores que nosotros por llevar veinticinco años en la misma empresa pelando cables. Imbéciles. Gracias por votar a Zapatero, y lo que es peor, a Rajoy. Tiene cojones. Gracias por no hacer nada. Gracias por esta mierda de mundo que nos habéis dejado.

sábado, 27 de abril de 2013

El bicho que salió de Galapagar

Domingo, las dos de la mañana y llegando a Madrid (como tantos otros). A nuestro habitual paso por Galapagar, de repente mi compañero frena en seco, en el medio del pueblo. Los dos le preguntamos ¿que pasa?, y él nos responde: mirad, y ahí estaba, un pequeño conejito, con sus patitas, y con sus dos ojitos que parecian dos botones en un peluche. Salimos del coche y fuimos hacia él y entonces yo decidí intentar cogerlo, me di cuenta de que no podía dejarlo ahí esperando una muerte segura. Se que solo es un animal pero, ¿Se merece morir atropellado por el coche de cualquier imbécil? Ese era el momento en el que tenía que poner mi granito de arena. Ese conejito era cada uno de los gatos asesinados por algún adolescente imbécil pasando la tarde, cada una de los bebés foca asesinados a palos, cada uno de los... Bueno, prefiero no seguir. Entonces, y después de un rato, lo pillamos. Me lo llevé al piso y le puse comida y agua y todo eso. Tras un par de días en los que lo había intentado todo para que comiera se me ocurrió darle suero con una jeringuilla, y funcionó. El me miraba inmóvil y de repente empezó a beber, se dejó llevar y comprendió que yo era bueno con él. Entonces, el viernes siguiente me lo traje a casa conmigo y poco a poco se fue haciendo un pequeño hueco en nuestros corazones. Cuando se escondía detrás del armario, cuando mordisqueaba los cables, cuando aprendió a utilizar su baño, cuando se nos subía en la cama para despertarnos, cuando nos entretiene con sus saltos, y cuando se sienta con nosotros a ver la tele, y cada vez que me lame la nariz, y cuando se sienta en mi barriga cuando estoy triste... No es solo mi mascota, es la vida misma en su esencia.

domingo, 17 de febrero de 2013

Donde estás dulce niño

Esta es la historia de un niño que se perdió una vez, y que ya nunca más apareció. Este niño era, como tantos otros, un niño dulce e inocente, que se asombraba con cada una de las maravillas de la vida, que amaba a todos cuantos seres le rodeaban, que gritaba de alegría y lloraba cuando debía. Esta es la historia de un niño especialmente curioso, que se salía de los estándares, que creía que todo era posible, que se cuestionaba todo cuanto le rodeaba, así como todo lo que venía en los libros y, por supuesto, todo cuanto le contaban “los adultos”. Si si, esos que con cuarenta años más no tenían ni idea de lo que era la vida, esos que no se salían de lo establecido. Esta es la historia de un niño que cometía errores y luchaba por arreglarlos, un niño que no creía, porque sabía a ciencia cierta que era capaz de todo. Esta es la historia de un niño que llegó a ser el mejor violinista que ha dado esta puta ciudad, y que ni siquiera se le pudo subir a la cabeza. Esta es la historia de un niño al que álguien le explicó que su talento no importaba, si se cruzaba en medio una pija con dinero. Esta es la historia de un niño que pasaba de toda norma establecida, que se revelaba, que intentaba luchar contra un sistema totalmente indestructible. Esta es la historia de un niño que lloraba cada vez que veía como mataban focas a palos por la tele, o cada vez que se cruzaba con un cazador con las manos llenas de sangre, o cada vez que se preguntaba hasta donde podría llegar la crueldad de los humanos, o por qué a nadie le importaba, por qué todo el mundo miraba para otro lado, por qué se merecía vivir una persona que ni siquiera era capaz de respetar la vida de un pobre conejito, que solo pensaba en hacerle cosas horribles, por qué mientras nosotros vivíamos empeñados en comprarnos trastos inútiles otros morían de hambre. Por qué tanta gente le odiaba, por qué tanta envidia le tenían, por qué todo tenía un precio demasiado alto para él. Ese niño no se había perdido, sino que solo permanecía escondido, porque había mucha gente que se lo quería cargar. Nunca jamás serán capaces, porque yo daré mi vida por él.