lunes, 22 de septiembre de 2008

Carta de amor


Te miro y el mundo se para. Te escucho hablar y la gente se calla. Te rozo y dejo de sentir la leve presión newtoniana del suelo contra mis piés. Me hablas, sonríes, tus ojos denotan una cierta confianza debido a mi pasividad ante tus encantos, pero debes saber que no soy mas que uno de tantos, que anhelo estrecharte entre mis brazos, que adoro el caer de tu melena rubia sobre tu espalda, el movimiento mágico de tus piernas cuando caminas, la expresividad de tu sonrisa, e incluso el color de tus mejillas, la armonía de tus palabras, tan solo propia de los grandes maestros; pero lo que me mata de verdad, lo que por las noches no me deja descansar, es esa mirada tuya, que infunde dulzura, tal vez inocencia, pero que hace imposible contemplar el resto de tí.

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